lunes, 9 de junio de 2025

Mujeres en la prensa

Desafíos y resistencias en un contexto de censura

Por Ana Vall, Luna Paz, Virginia Groh, Azul Nievas, Abigail Sanz y Luna Argañaras
El discurso de odio se ha convertido en la actualidad y alrededor de todo el mundo en la forma predeterminada con la que se manejan diferentes ámbitos del desarrollo político, económico y cultural. Una vez más, no pasa desapercibido que las primeras voces en silenciarse son las de mujeres y disidencias, a quienes se expulsa de estos espacios. En este sentido podemos ver la gran importancia de la falta de perspectivas de género y el papel crucial que juegan las mujeres periodistas en la sociedad.
Un claro ejemplo es el movimiento “Ni Una Menos”, que cumplió 10 años el pasado 3 de junio y que fue convocado en primera instancia por periodistas argentinas. No sólo visibiliza la violencia de género, sino que también demuestra el poder de los medios para generar conciencia y movilizar a la sociedad. Es así que, tanto desde la perspectiva de género, como desde el lugar que ocupan las trabajadoras de prensa y periodistas, éste y otros movimientos feministas, demuestran la importancia de la voz de las mujeres y disidencias en los medios de comunicación, más aún en la actualidad siendo agentes de cambio en la sociedad argentina.
Un informe de Amnistía Internacional, publicado en octubre del año pasado y titulado “Muteadas: el impacto de la violencia digital contra las periodistas”, revela que el 63,5% de las periodistas mujeres y con diversas identidades de género en Argentina, han sido víctimas de algún tipo de violencia digital en los últimos seis años. De ellas, un 98,3% fue objeto de insultos aislados, mientras que un 85,6% fue víctima de hostigamiento o trolleo . Un 45,9% de los periodistas experimentó acoso sexual o amenazas de violencia sexual y un 44% amenazas de violencia física.
Según una encuesta mundial de la UNESCO realizada en 2020, casi tres cuartas partes de las periodistas han sufrido violencia digital a lo largo de su carrera: amenazas de muerte, acoso basado en imágenes y amenazas de violencia sexual; y un tercio habría sufrido agresiones físicas como consecuencia de su presencia en Internet. En Argentina se trata de un problema generalizado que se ha acomodado en la sociedad y ante el cual los espacios que brindan lugar a las voces que lo denuncian se han vuelto cada vez más necesarios.
Si bien esta situación impacta en todas las formas de periodismo ejercido por mujeres, los ataques hacia los medios autogestivos son particularmente los más frecuentes y notorios. “Somos el sector, la voz o mirada sobre el mundo que quieren descalificar o eliminar”, declaró Mercedes Martín, operadora de radio en “La Ranchada”. Surge la pregunta entonces de cuál es el rol que cumplen estos medios, para la construcción de una sociedad más informada y crítica, como también el de las mujeres que trabajan en estos espacios. Para Mercedes los medios autogestivos son cruciales para visibilizar sectores protagonistas desatendidos por los grandes medios, destaca el papel esencial de las mujeres allí para generar una comunicación humana y feminista. Y que las mismas son quienes históricamente han denunciado la destrucción del lazo social a través de la desigualdad salarial, la precarización laboral, la violencia estatal o económica, entre otras problemáticas sociales que impactan directamente en el tejido comunitario.
Por otro lado, la lucha y el esfuerzo no queda en conformarse sólo con el espacio. Si bien los medios autogestivos, que no por coincidencia son los más atacados siendo los que diversifican y priorizan la pluralidad de voces, el mayor consumo de información es a partir de los medios tradicionales. "En la radio somos más mujeres productoras. De diez personas que trabajamos en producción solo dos son varones, pero si bien yo puedo tener injerencia, las decisiones finales no las tomamos nosotras, no las toma una jefa mía, sino que las toma un jefe varón, eso desde siempre", manifestó Gabriela Tejeda, productora de Radio Mitre Córdoba y agregó, "Desde nuestro lugar, en un contexto en el que se está cuestionando el feminismo desde todos los ámbitos, con mis compañeras tratamos de incluir en la pausa diaria varias voces de mujeres”.
En un escenario donde los grandes conglomerados mediáticos responden a intereses políticos y económicos que muchas veces silencian o tergiversan las voces del pueblo, los proyectos autogestionados ofrecen una alternativa desde la horizontalidad, la independencia y el compromiso con las luchas sociales, los barrios y las disidencias. Estos espacios no solo le dan el micrófono a las voces que históricamente fueron marginadas, sino que también construyen una forma de hacer periodismo más democrático, colectivo y arraigado en los territorios, desafiando el monopolio informativo y abriendo caminos para nuevas narrativas.
En un contexto cada vez más hostil para el ejercicio del periodismo, especialmente para los trabajadores de prensa que enfrentan no solo la censura, sino también diversas formas de persecución y violencia, la colectividad y la unión se vuelven herramientas fundamentales. Solo a través de la organización, la solidaridad entre compañerxs y la acción colectiva es posible resistir los embates del poder, defender la libertad de expresión y garantizar condiciones laborales dignas. La lucha compartida fortalece no solo al oficio, sino también a quienes lo ejercen, y se convierte en un acto de resistencia frente a quienes buscan silenciar las voces críticas e inconformistas.

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